Estamos en un bar de mala muerte en Montevideo, a pocas cuadras de nuestra casa. Pedimos algo para comer y mientras esperamos surgen recuerdos del viaje.
Yo casi lo mato. Fue en Mongolia, a 90 kilómetros por hora y queriéndolo ayudar. Íbamos varios días de varias horas de manejo hacia el desierto del sur mongol y por momentos la monotonía era espesa. Íbamos en un tramo asfaltado, suerte que gozamos solo algunos días, y la monotonía era todavía más densa. Seguir leyendo Hermano