Nuestro tercer día Sin Dejar Huella nos llevó a conocer la increíble historia de Sergio: un joven de 28 años que lleva más de la mitad de su vida viviendo en una isla.
Sus primeros 13 años vivió en la Isla del Infante, junto a su familia. Su papá era el encargado de mantener la zona y el ganado, cuidaba los campos de su patrón.
Desde que nació tuvo que resolver todos sus problemas. Para ir a la escuela, remaba dos kilómetros y caminaba 10 kilómetros más, estudiaba y le tocaba volver. Todos los días, 24 kilómetros de travesía (sumados tierra y mar) para ir a la escuela rural de la zona. Él y sus tres hermanos, solos contra el agua y la distancia.
Sergio es alto. Sus manos son enormes (fruto del esfuerzo y la necesidad) y le duelen los huesos. Su rutina es poco rutinaria: se fija qué necesita cada día y se encarga de hacerlo. Nunca se aburre.
Sergio se define como un tipo «poco culto» y aclara que estudió pocos años. Cuenta que a los cuatro años se lavó la ropa por primera vez y que enseguida entendió que en su isla (y su vida) tenía que poder resolver todo. Y fue aprendiendo.
Hoy vive con poco, en un cuartito. Hace leña y fuego, cambia lo que produce con pescadores artesanales de la zona, caza, tiene su huerta y algunos animales: produce todo lo que necesita y lo que no, la consigue mediante trueque.
Sergio insiste en que es un tipo «poco culto», pero nosotros lo definimos como un tipo humilde y de esos que tienen un conocimiento gigante, tan grande que no entendemos cómo logra entrar en una sola persona.
Solos pero no tan solos, así nos sentimos en la Isla de Lobos durante todo el tiempo que pasamos con Sergio y de eso se trata nuestro tercer episodio Sin Dejar Huella!