¡AYUDAR ENTRE TODOS!

Cuando Diego llegó a Zambia desde su Italia natal, no sabía que se mudaría a vivir a una favela (también llamada asentamiento informal, cantegril, villa, slum o ghetto). Pero fue pisar Bauleni, un barrio en el que viven unas 80.000 personas, y todo cambió: Diego entendió que había mucho para hacer y que algunos integrantes del barrio tenían ganas de hacerlo.

Entonces, armó sus valijas, se fue a vivir al barrio y 14 años después, nos cuenta que jamás imaginó lo que pasó.

Lo que pasó es un montón: fundó una ONG, enseñó fútbol para que el tiempo libre de los niños sea en un lugar seguro y saludable, compitió en torneos interbarriales de fútbol que llenaron de orgullo barrial a sus jugadores y familias, abrió un jardín de infantes para los que no pueden pagar la educación fuera del barrio.

Además, hay mucho por pasar: autoridades de la educación de Zambia le dieron una escuela destruida para que la gestione, la mejore y los niños del barrio puedan seguir estudiando. En el predio que le dieron piensa abrir un mercado y un centro de reunión para los integrantes del barrio.

El mercado y el centro de reunión no son ideas al azar, sino que hablan del enfoque que Diego le pone a los proyectos: las ideas tienen que partir de una inquietud de los integrantes del barrio, por eso es clave tener un lugar en el que intercambiar y pensar proyectos; además, la recaudación de fondos de donantes solamente se usa para iniciar los proyectos pero todos deben tener un diseño de autosustentabilidad económica, por lo que la escuela va a mantenerse con los ingresos que provengan del alquiler de los espacios del mercado.

Así, con ideas que parten de lo que necesitan los habitantes de Bauleni y modelos que no necesiten de donaciones eternas, los proyectos que se empiezan, nunca quedan por el camino. Y en nuestro viaje por África vimos demasiados proyectos de fundaciones benéficas que fracasan por no atacar necesidades reales de la población o porque tienen plata para empezar los proyectos pero no para mantenerlos.

Conocer a Diego y a la gente de Bauleni fue espectacular y nos mostró una historia hermosa dentro de una realidad que impresiona.

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