Fuimos a recorrer Jimbocho, el barrio de los libros en Tokio. Parece joda pero no, acá hay barrios para todo.
En la zona, además de ver comercios enormes llenos de publicaciones de las que no entendimos ni una letra, nos volvimos a sorprender con el encanto que tienen los japoneses por el Animé.
Animé significa animación (en realidad es la abreviación de animeshon) y atrapa a bebés, niños, adolescentes, adultos y mayores; están en todos lados, y sus temas abarcan hasta lo referente a la pornografía.
Para los occidentales es inentendible cómo unos “dibujitos animados” pueden tener tanta fuerza y conquistar a público de todas las edades. Pero lo logran y en cada comercios se ven personas leyendo las últimas publicaciones.
Seguimos A la Vuelta de Japón!